Publicaciones de Diego Lasso en Cartagena de Indias y Ciudad de Panamá

  • http://www.cerlalc.org/secciones/libro_desarrollo/Memorias_II_Congreso_Libreros.pdf
  • http://www.periodicoelsol.net/noticia.php?Id=7846

martes, agosto 01, 2006

LIBROS leídos PREGUNTARIO


LIBROS PREGUNTARIO

Es una librería itinerante que promueve Venta, Compra e Intercambio de Libros Leídos en las provincias de Costa Rica. Donde la comunidad de estas regiones tiene la oportunidad de adquirir libros económicos y participar sin ningún costo en Muestras de Cine y Video, Conferencias de Arte y Literatura.

ITINERARIO

Libros Preguntario en sus giras por las provincias de Costa Rica ha logrado promover Ferias de libros Leídos, Muestras de Cine y Video Conferencias de Arte y literatura en:

TURRIALBA, GUAPILES, MONTEVERDE, PUNTARENAS, CHOMES, COSTA DE PÁJAROS SAMARA, CARTAGO, HEREDIA, QUEPOS, MANUEL ANTONIO y MONTEZUMA en las siguientes instituciones:

Centro de Agricultura Tropical de Enseñanza e investigación CATIE, Universidad EARTH, Clínicas del Seguro Social, Institutos de Idiomas COSI e INTERCULTURA, Universidad Central, Universidad Americana UAM, Universidad Hispanoamericana, Universidad UACA, Universidad ULACIT, Instituto Tecnológico de Costa Rica TEC y Universidad de Costa Rica.


www.librospreguntario.bl
ogspot.com
Donde se reseñan itinerarios, libros y escritores.

Hagamos de la lectura, de la compra de un libro y de la visita a una librería:
“Un acto placentero, un gasto obsesivo y un destino frecuente, para sentir el provocador vicio de leer sin obligaciones, de invertir dinero en un ahorro de infinita imaginación y en un impredecible viaje sin retorno”




Pedidos de libros: libros_preguntario@yahoo.es
libros.preguntario@gmail.com
Cel. 354 16 74

PRIMER AÑO DE ITINERARIOS de Libros Leídos Preguntario

Fahrenheit 451 y sus pirómanos lectores costarricenses.
Diego Lasso
Librero itinerante.

Carretera a Samara - Guanacaste.

En la Costa Rica que rueda por los andenes universitarios y carreteras de provincia, sus estudiantes que se educan en instituciones públicas y privadas, hace unos meses están asistiendo a una ceremonia poco usual, encontrar en los centros educativos una oferta de libros usados " prefiero llamarlos leídos", que se pueden comprar a bajos precios con la única condición: el placer de no estar obligados a merecerlos.
Usual es la presencia de libros nuevos, de texto, de obligatoriedad académica que cuenta con el visto bueno de profesores, decanos y que sin duda representan la herramienta precisa para domesticar el conocimiento. Pero inusual resulta que los estudiantes se interesen por libros que no están en la lista de obligación y que cuentan con la única recomendación y publicidad sincera: su propio contenido.

Libros que tienen hojas amarillas de tantos ojos que los desnudan, que están arrugados en sus lomos por tantos golpes de vida interior y exterior que les ocasionan los personajes que los frecuentan, que tienen dedicatorias de amores no correspondidos, Ex libris traicioneros y páginas dobladas por el peso de sus historias.
Estos libros, se estacionan al frente de comedores, sodas, donde el hambre se hace cómplice de que los descubran, los miren, los hojeen, mientras los estudiantes esperan servirse el plato del día. Y no es gratuito que Orwell, Bradbury, Huxley, Cortazar, Stevenson, Rimbaud, Cavafis, Poe y el Conde de Montecristo sean el postre del almuerzo. Es gratificante ver una orgía de manos sosteniendo lomos y carátulas, disputándose su pertenencia. Pareciera que es prohibido no leer y que los incendios que ocasiona Montag en Fahrenheit 451, donde se queman libros para impedir que la gente sea feliz, se desvían más bien por los infelices meandros de la ignorancia.

En Instituciones como el TEC, la demanda de libros leídos se mezcla con una curiosidad inquisidora por autores, títulos, preferencias individuales y toda una lista de opiniones y comentarios de muchachos que a pesar de la proximidad a exámenes, trabajos o lecturas obligadas, se sumergen entre clásicos latinoamericanos, urgentes poemas de Oliverio Girondo y algunos con las Venas Abiertas de América Latina van sondeando otras profundidades menos técnicas y más polémicas, como festejando con nuevas palabras el cotidiano quehacer de dignificar la vida con un lenguaje de mayores horizontes.

En la EARTH, donde el trópico adquiere un orden poco natural, estudiantes de más de 20 nacionalidades han encontrado un punto más de encuentro entre autores y contenidos de estos libros, que se desordenan a su paso, sintiendo el arado de muchas siembras y cosechas de lecturas pasadas y por florecer. Algunos estudiantes también comparten el secreto de los frutos, de la producción ganadera, de los híbridos cultivos, del grito la Rebelión de la Granja, que enmudece la hidroponía de algunos escritores que publican No nacimos para semilla.

En Universidades privadas, donde el compromiso es serio, el camino esta circundado de excelencia y donde Peter Druker y Covey "estimulan hábitos eficaces y pronósticos globalizados que señalan a la lectura humanística como un acto de pérdida colateral de tiempo y un obstáculo de subjetividad contemplativa para el buen desarrollo de una mente propensa al Merchandaise y el lucrativo éxito". No deja de ser algo exótico que un tipo con grandes gafas y pequeños ojos se instale en algún pasillo a vender libros cuya única gracia es sobrevivir a las catástrofes del olvido, al optimismo de la memoria clásica, que en palabras pesimistas de Hemingway se resume:

"Una obra maestra es un libro del que todo el mundo habla y que nadie lee”.

Sin olvidar que en otras universidades como la UACA, ULACIT, UAM, CENTRAL, la curiosidad estudiantil, supera la falta de tiempo de una clase a otra y muchos se dedican a indagar la procedencia de estos libros sin brillo y contenidos tan poco académicos como Del inconveniente de haber nacido o Del asesinato como una de las bellas artes de Cioran y Thomas de Quincey, que siempre producen miradas oblicuas y temor a hojearlos junto a los de Sade, Baudelaire, Charles Bukowski…

En Samara, un empleado de Correos de Costa Rica y un Policía, llegaron a las 9 PM a Intercultura, "hora en que la vida nocturna de la playa vierte sin parar licor y música reggaeton", a preguntar por una supuesta feria de libros leídos y terminaron comprando y opinando sobre el hecho epistolar y delictivo de algunos libros. Estos personajes más novelescos que funcionarios públicos, criticaron la mediocridad de la televisión, la ausencia de espacios de recreación y estímulos para la juventud guanacasteca, que sumen y valoren aun más el privilegio de vivir y soñar frente al mar…

En El CATIE, el investigador italiano vignola, que vela por un cambio climático menos acido de lluvia y mas soleado de buenos pronósticos, descubrió el libro: Espejo enterrado de Carlos Fuentes, propinando una divulgación delirante sobre los estragos que puede reflejar su lectura en los desiertos de la ignorancia, con su caudal de ecológicas revelaciones y digna memoria iberoamericana.

En la Feria de Salud de Monteverde, los médicos en la sala de emergencia solicitaron urgente poesía de Cesar Vallejo, quizás por la clínica premonición de que el poeta "nació un día que Dios estuvo enfermo".

En Costa de Pájaros, donde no hay parques , bibliotecas públicas, donde el control de la pesca hace que la gran mayoría de estómagos de la comunidad padezcan ulceras de abandono, donde el Océano Pacífico se dilata en la orilla con rutinarias noches de alcohol y residuos del progreso exportador de la agroindustria, una profesora de matemáticas junto a unos adolescentes, se preguntaron que sentido, suma o multiplicación podrían tener unos libros opacos y desteñidos en un rincón del colegio, donde nunca antes se imaginaron tantos títulos e irónicos como:
Historias de cronopios y de famas, Temporada en el infierno, El Mundo del fin del mundo, El diablo en la botella, Abdul Bashur soñador de navíos, Algebra embrujada, El patio de los vientos perdidos, El ahogado mas hermoso del mundo… ¡Nadie compro! , pero se fueron incómodos de leer títulos que restan sentido común y no señalan pulperías, bares, discomovil, maquinitas tragamonedas o publicidad electoral cada cuatro años.

En Chomes una señora que puntualmente se instala para ofrecer empanadas y otras cositas tan nutritivas como su humilde disposición de prepararlas y venderlas, se compro una guía de árboles de Costa Rica ubicándose después bajo un gran almendro a disfrutar de la buena lectura, la generosidad de la sombra y el magnificó columpio de la imaginación, que no deja de mecernos a la deriva de las inquietudes e impredecible comportamiento de los libros.

Volviendo a la capital de esta historia, es meritorio y de interés para la seguridad pública, mencionar que en San José, el comandante Ariel Salazar de la policía, lee con ojos detectivescos y pistola en mano a Dostovevski, Los Miserables, Los peor , como buscando los rescoldos y necesidades de los marginados , de los bajos fondos del Crimen y castigo. Y que en sus tiempos de libre control policial, visita al librero que escribe estos apuntes, con un dispositivo de seguridad para la lectura, que dispara precisas balas de preguntas hacia otras novelas, aumentando el explosivo arsenal de libros para su casa e hijos. No hay duda que esta anécdota puede estremecer el escepticismo de los que opinan que la lectura carece de un buen armamento.

Parece ser que la lectura esta rodeada de anónimos amantes que prefieren seducirla en silencio, escondidos entre sus provocadores lomos, al calor de voluptuosas tintas, promoviendo el cuento de leer:
Viajando, en hamaca, haciendo fila, en los terminales de buses, en el aeropuerto, en la cama, en el baño, en la playa, en la montaña, debajo de un árbol, en los hospitales, en los hoteles, en callejones sin salida, en parques rurales, en cárceles, al final de las telebovelas. Quizás buscando palabras milagrosas, que los contagien de amores delirantes, altos sueños, mayores dignidades, elocuentes risas, eróticos cuentos, de un espíritu más visible, de sentimientos más leves que la realidad, distantes al demagógico ruido de los expertos en dictaminar eufemismos culturales, estadísticas lectoras o tumultuosos conceptos sociológicos.

Y es que esos amantes lectores tienen el privilegio de elegir, embriagarse o perderse con un libro bajo el brazo, sin pretender nada, ni cambiar nada, ni mejorar nada, ni superar nada, simplemente por el placer de padecer el suave y sutil encanto de un vicio tan solitario y anónimo como el humo de un cigarro perdido en la noche. Ese vicio de leer como un acto que me recuerda al talentoso e irreverente reseñador de libros Frédéric Beigbeder que dice:

"Cada vez más, la literatura me parece una enfermedad, un extraño virus que te separa de los demás y te lleva a cometer actos insensatos… como encerrarse durante horas con papel en lugar de hacer el amor con seres de piel suave".

Carretera a Samara, Agosto 2006
Costa Rica