Publicaciones de Diego Lasso en Cartagena de Indias y Ciudad de Panamá

  • http://www.cerlalc.org/secciones/libro_desarrollo/Memorias_II_Congreso_Libreros.pdf
  • http://www.periodicoelsol.net/noticia.php?Id=7846

miércoles, diciembre 27, 2006

Playa Sámara - Océano Pacífico Enero 2007


Feria de Libros en INTERCULTURA
Playa Sámara - Océano Pacífico

Durante el mes de Enero en las instalaciones del Centro de Idiomas INTERCULTURA, se llevara a cabo una Feria de libros y una Programación Cultural dirigida a los niños de la comunidad de Sámara y a los que visitan la playa en los días de verano.

ACTIVIDADES CULTURALES

CICLO DE CINE “Los Niños en el Cine”

Salaam Bombay - INDIA, El Rey de las Mascaras - China,
El Ladrón - Rusia, Sang Woo y su abuela - Corea del Sur.
Valentín - Argentina, Los Niños invisibles - Colombia.

Taller de Caricatura.Niños de 5 a 12 años
Pintor. Ricardo Sierra - Colombia

Cuentacuentos con Títeres.Niños de 3 a 10 años
Narradora. Simona Apollaro - Italia

Feria de libros
Libros Preguntario estará rifando CDs de PUTUMAYO WORLD MUSIC entre los asistentes.

ENTRADA LIBRE

INFORMES
: Libros Preguntario. Tel. 3 54 16 74
Intercultura. Tel. 656 01 27
Playa Sámara – Costa Rica

sábado, diciembre 09, 2006

La Navidad de BUKOWSKI


Mi alma agujereada de cerveza
es más triste que todos
los arbolitos de navidad muertos en el mundo.

Charles Bukowski.

martes, noviembre 28, 2006

LOS FOTOGRAFOS DE MACONDO


Una historía con imágenes de los sucesos sociales, culturales y políticos
de la década de los 50 en América Latina, que antecedieron la publicación
de Cien Años de Soledad de Gabriel García Márquez, realizado por los
Fotografos Colombianos:
Leo Matiz y Nereo lópez

El puerto de Baudelaire


Charles Baudelaire
El puerto, de Pequeños poemas en prosa

" Un puerto es morada agradable para un alma fatigada de las luchas de la vida. La amplitud del cielo, la arquitectura móvil de las nubes, el colorido cambiante del mar, el centelleo de los faros, son un prisma adecuado y sorprendente para distraer los ojos sin agotarlos jamás. Las formas esbeltas de los navíos de aparejo complicado, a los que la marejada imprime oscilaciones armoniosas, sirven para conservar en el alma el gusto del ritmo y de la belleza. Y además, sobre todo, hay una suerte de placer misterioso y aristocrático para el que ya no tiene curiosidad ni ambición, en admirar, tumbado en la azotea o apoyado de codos en el muelle, todos los movimientos de los que se van y de los que regresan, de los que poseen aún fuerza para querer, deseo de viajar o de enriquecerse. "

viernes, noviembre 24, 2006

EL LIBRO de Borges


“De los diversos instrumentos del hombre, el más asombroso es, sin duda, el libro. Los demás son extensiones de su cuerpo. El microscopio, el telescopio, son extensiones de su vista; el teléfono es extensión de la voz; luego tenemos el arado y la espada, extensiones de su brazo. Pero el libro es otra cosa: el libro es una extensión de la memoria y de la imaginación”.

JORGE LUIS BORGES

martes, agosto 01, 2006

LIBROS leídos PREGUNTARIO


LIBROS PREGUNTARIO

Es una librería itinerante que promueve Venta, Compra e Intercambio de Libros Leídos en las provincias de Costa Rica. Donde la comunidad de estas regiones tiene la oportunidad de adquirir libros económicos y participar sin ningún costo en Muestras de Cine y Video, Conferencias de Arte y Literatura.

ITINERARIO

Libros Preguntario en sus giras por las provincias de Costa Rica ha logrado promover Ferias de libros Leídos, Muestras de Cine y Video Conferencias de Arte y literatura en:

TURRIALBA, GUAPILES, MONTEVERDE, PUNTARENAS, CHOMES, COSTA DE PÁJAROS SAMARA, CARTAGO, HEREDIA, QUEPOS, MANUEL ANTONIO y MONTEZUMA en las siguientes instituciones:

Centro de Agricultura Tropical de Enseñanza e investigación CATIE, Universidad EARTH, Clínicas del Seguro Social, Institutos de Idiomas COSI e INTERCULTURA, Universidad Central, Universidad Americana UAM, Universidad Hispanoamericana, Universidad UACA, Universidad ULACIT, Instituto Tecnológico de Costa Rica TEC y Universidad de Costa Rica.


www.librospreguntario.bl
ogspot.com
Donde se reseñan itinerarios, libros y escritores.

Hagamos de la lectura, de la compra de un libro y de la visita a una librería:
“Un acto placentero, un gasto obsesivo y un destino frecuente, para sentir el provocador vicio de leer sin obligaciones, de invertir dinero en un ahorro de infinita imaginación y en un impredecible viaje sin retorno”




Pedidos de libros: libros_preguntario@yahoo.es
libros.preguntario@gmail.com
Cel. 354 16 74

PRIMER AÑO DE ITINERARIOS de Libros Leídos Preguntario

Fahrenheit 451 y sus pirómanos lectores costarricenses.
Diego Lasso
Librero itinerante.

Carretera a Samara - Guanacaste.

En la Costa Rica que rueda por los andenes universitarios y carreteras de provincia, sus estudiantes que se educan en instituciones públicas y privadas, hace unos meses están asistiendo a una ceremonia poco usual, encontrar en los centros educativos una oferta de libros usados " prefiero llamarlos leídos", que se pueden comprar a bajos precios con la única condición: el placer de no estar obligados a merecerlos.
Usual es la presencia de libros nuevos, de texto, de obligatoriedad académica que cuenta con el visto bueno de profesores, decanos y que sin duda representan la herramienta precisa para domesticar el conocimiento. Pero inusual resulta que los estudiantes se interesen por libros que no están en la lista de obligación y que cuentan con la única recomendación y publicidad sincera: su propio contenido.

Libros que tienen hojas amarillas de tantos ojos que los desnudan, que están arrugados en sus lomos por tantos golpes de vida interior y exterior que les ocasionan los personajes que los frecuentan, que tienen dedicatorias de amores no correspondidos, Ex libris traicioneros y páginas dobladas por el peso de sus historias.
Estos libros, se estacionan al frente de comedores, sodas, donde el hambre se hace cómplice de que los descubran, los miren, los hojeen, mientras los estudiantes esperan servirse el plato del día. Y no es gratuito que Orwell, Bradbury, Huxley, Cortazar, Stevenson, Rimbaud, Cavafis, Poe y el Conde de Montecristo sean el postre del almuerzo. Es gratificante ver una orgía de manos sosteniendo lomos y carátulas, disputándose su pertenencia. Pareciera que es prohibido no leer y que los incendios que ocasiona Montag en Fahrenheit 451, donde se queman libros para impedir que la gente sea feliz, se desvían más bien por los infelices meandros de la ignorancia.

En Instituciones como el TEC, la demanda de libros leídos se mezcla con una curiosidad inquisidora por autores, títulos, preferencias individuales y toda una lista de opiniones y comentarios de muchachos que a pesar de la proximidad a exámenes, trabajos o lecturas obligadas, se sumergen entre clásicos latinoamericanos, urgentes poemas de Oliverio Girondo y algunos con las Venas Abiertas de América Latina van sondeando otras profundidades menos técnicas y más polémicas, como festejando con nuevas palabras el cotidiano quehacer de dignificar la vida con un lenguaje de mayores horizontes.

En la EARTH, donde el trópico adquiere un orden poco natural, estudiantes de más de 20 nacionalidades han encontrado un punto más de encuentro entre autores y contenidos de estos libros, que se desordenan a su paso, sintiendo el arado de muchas siembras y cosechas de lecturas pasadas y por florecer. Algunos estudiantes también comparten el secreto de los frutos, de la producción ganadera, de los híbridos cultivos, del grito la Rebelión de la Granja, que enmudece la hidroponía de algunos escritores que publican No nacimos para semilla.

En Universidades privadas, donde el compromiso es serio, el camino esta circundado de excelencia y donde Peter Druker y Covey "estimulan hábitos eficaces y pronósticos globalizados que señalan a la lectura humanística como un acto de pérdida colateral de tiempo y un obstáculo de subjetividad contemplativa para el buen desarrollo de una mente propensa al Merchandaise y el lucrativo éxito". No deja de ser algo exótico que un tipo con grandes gafas y pequeños ojos se instale en algún pasillo a vender libros cuya única gracia es sobrevivir a las catástrofes del olvido, al optimismo de la memoria clásica, que en palabras pesimistas de Hemingway se resume:

"Una obra maestra es un libro del que todo el mundo habla y que nadie lee”.

Sin olvidar que en otras universidades como la UACA, ULACIT, UAM, CENTRAL, la curiosidad estudiantil, supera la falta de tiempo de una clase a otra y muchos se dedican a indagar la procedencia de estos libros sin brillo y contenidos tan poco académicos como Del inconveniente de haber nacido o Del asesinato como una de las bellas artes de Cioran y Thomas de Quincey, que siempre producen miradas oblicuas y temor a hojearlos junto a los de Sade, Baudelaire, Charles Bukowski…

En Samara, un empleado de Correos de Costa Rica y un Policía, llegaron a las 9 PM a Intercultura, "hora en que la vida nocturna de la playa vierte sin parar licor y música reggaeton", a preguntar por una supuesta feria de libros leídos y terminaron comprando y opinando sobre el hecho epistolar y delictivo de algunos libros. Estos personajes más novelescos que funcionarios públicos, criticaron la mediocridad de la televisión, la ausencia de espacios de recreación y estímulos para la juventud guanacasteca, que sumen y valoren aun más el privilegio de vivir y soñar frente al mar…

En El CATIE, el investigador italiano vignola, que vela por un cambio climático menos acido de lluvia y mas soleado de buenos pronósticos, descubrió el libro: Espejo enterrado de Carlos Fuentes, propinando una divulgación delirante sobre los estragos que puede reflejar su lectura en los desiertos de la ignorancia, con su caudal de ecológicas revelaciones y digna memoria iberoamericana.

En la Feria de Salud de Monteverde, los médicos en la sala de emergencia solicitaron urgente poesía de Cesar Vallejo, quizás por la clínica premonición de que el poeta "nació un día que Dios estuvo enfermo".

En Costa de Pájaros, donde no hay parques , bibliotecas públicas, donde el control de la pesca hace que la gran mayoría de estómagos de la comunidad padezcan ulceras de abandono, donde el Océano Pacífico se dilata en la orilla con rutinarias noches de alcohol y residuos del progreso exportador de la agroindustria, una profesora de matemáticas junto a unos adolescentes, se preguntaron que sentido, suma o multiplicación podrían tener unos libros opacos y desteñidos en un rincón del colegio, donde nunca antes se imaginaron tantos títulos e irónicos como:
Historias de cronopios y de famas, Temporada en el infierno, El Mundo del fin del mundo, El diablo en la botella, Abdul Bashur soñador de navíos, Algebra embrujada, El patio de los vientos perdidos, El ahogado mas hermoso del mundo… ¡Nadie compro! , pero se fueron incómodos de leer títulos que restan sentido común y no señalan pulperías, bares, discomovil, maquinitas tragamonedas o publicidad electoral cada cuatro años.

En Chomes una señora que puntualmente se instala para ofrecer empanadas y otras cositas tan nutritivas como su humilde disposición de prepararlas y venderlas, se compro una guía de árboles de Costa Rica ubicándose después bajo un gran almendro a disfrutar de la buena lectura, la generosidad de la sombra y el magnificó columpio de la imaginación, que no deja de mecernos a la deriva de las inquietudes e impredecible comportamiento de los libros.

Volviendo a la capital de esta historia, es meritorio y de interés para la seguridad pública, mencionar que en San José, el comandante Ariel Salazar de la policía, lee con ojos detectivescos y pistola en mano a Dostovevski, Los Miserables, Los peor , como buscando los rescoldos y necesidades de los marginados , de los bajos fondos del Crimen y castigo. Y que en sus tiempos de libre control policial, visita al librero que escribe estos apuntes, con un dispositivo de seguridad para la lectura, que dispara precisas balas de preguntas hacia otras novelas, aumentando el explosivo arsenal de libros para su casa e hijos. No hay duda que esta anécdota puede estremecer el escepticismo de los que opinan que la lectura carece de un buen armamento.

Parece ser que la lectura esta rodeada de anónimos amantes que prefieren seducirla en silencio, escondidos entre sus provocadores lomos, al calor de voluptuosas tintas, promoviendo el cuento de leer:
Viajando, en hamaca, haciendo fila, en los terminales de buses, en el aeropuerto, en la cama, en el baño, en la playa, en la montaña, debajo de un árbol, en los hospitales, en los hoteles, en callejones sin salida, en parques rurales, en cárceles, al final de las telebovelas. Quizás buscando palabras milagrosas, que los contagien de amores delirantes, altos sueños, mayores dignidades, elocuentes risas, eróticos cuentos, de un espíritu más visible, de sentimientos más leves que la realidad, distantes al demagógico ruido de los expertos en dictaminar eufemismos culturales, estadísticas lectoras o tumultuosos conceptos sociológicos.

Y es que esos amantes lectores tienen el privilegio de elegir, embriagarse o perderse con un libro bajo el brazo, sin pretender nada, ni cambiar nada, ni mejorar nada, ni superar nada, simplemente por el placer de padecer el suave y sutil encanto de un vicio tan solitario y anónimo como el humo de un cigarro perdido en la noche. Ese vicio de leer como un acto que me recuerda al talentoso e irreverente reseñador de libros Frédéric Beigbeder que dice:

"Cada vez más, la literatura me parece una enfermedad, un extraño virus que te separa de los demás y te lleva a cometer actos insensatos… como encerrarse durante horas con papel en lugar de hacer el amor con seres de piel suave".

Carretera a Samara, Agosto 2006
Costa Rica

jueves, abril 20, 2006

La Orfandad de los libreros
Por: Diego Lasso
Librero Colombiano


En Costa Rica, las librerías se relacionan con venta de lápices, hojas, cartulina, bolas de celofán, hacen parte de una actividad comercial que no distingue la distancia cultural entre la necesidad del papel y el papel impreso en un libro. Lo digo como extranjero que llegue hace años y busque en el directorio y me asombre de la gran cantidad de librerías en este país. Aunque después de comprar un borrador descubrí la diferencia.

Es importante resaltar que algunas librerías han logrado ahondar esa diferencia y de paso dignificar la importancia del libro en el comercio masivo. No es gratuito que ahora, gracias al impulso en publicidad, estrategias de mercadeo, espacios amplios, premios a sus clientes frecuentes, una arquitectura provocadora y diferentes sucursales, el libro adquirió una dimensión y un atractivo en el comercio de la capital.

Sin embargo, la parte logística, la fachada y el convertirse en monopolio no determinan que los ticos lean más. Por una sencilla razón, la inversión en el aspecto humano y cultural aún es una utopía. Y es allí donde reside la mejor fuente para promocionar libros. No creo que los empleados directos de tienda, los que diariamente atienden público, estén asistiendo a ferias internacionales en otros países, a capacitaciones literarias, bibliografiícas, a cursos para libreros como los del CERLALC, no a esos de servicio al cliente como si se tratara de vender calzoncillos o medias.

Se han preguntado, si la gente que compra o quiere comprar libros sabe en realidad que es un librero. Unos creerán que es aquel, que sonríe para alcanzar un libro, el que los ordena, limpia, sacude su ignorancia o amablemente señala donde esta determinado autor, tema o capricho del cliente. Porque además ahora en las librerías se atienden clientes, no lectores. En otras palabras, los que trabajan en las librería son dependientes educados para sonreír y ser amables, de paso mientras concluyen la universidad, tristemente distantes del misterio, la magia y el atrevido e interesante riesgo de recomendar libros.
Preguntas como: ¿Que autor me recomienda? , ¿Que opinión se merece tal obra? o simplemente tertuliar sobre determinado tema casi siempre concluye en respuestas con monosílabos NO o SI por parte del vendedor.
Entonces donde quedan las virtudes del librero, ese personaje que vende diariamente inagotables fuentes del saber, ocio, imagen, misterio, asombro, memoria, incredulidad, ficción, que sabe distinguir los relieves de las impresiones, el peso de las páginas, la gracia de sostener el pensamiento volátil de la cultura.
De que sacamos grandes supermercados de libros, sino tenemos con quien compartir, el placer de lo que leemos, el sencillo impulso de descubrir nuevos autores o frases que inquieten el espíritu como:
Yo nací un día que dios estuvo enfermo... (Cesar vallejo)

Cabe destacar que Librerías como Nueva Década, Clara luna, Expo 10 ( Ronald ), Libro Azul( Mariano ) y Francesa, gritaran que tienen la respuesta a esta denuncia. Y tienen toda la razón, porque han sobrevivido al monopolio, han logrado mantener las ventanas abiertas al dialogo con el lector y en medio de sus reducidos nichos darnos una idea de lo representa ser un librero. Pero Claro, son sus propietarios los que atienden y promueven la venta de sus libros, cultivándose continuamente en este noble negocio. Disculpen, se me olvidaba Topsy en este subjetivo inventario, esa librería de Montezuma que tiene un Búho, tres murciélagos y unos propietarios que todos los días ven el Océano Pacífico por sus ventanas indiferentes al congestionado tráfico de estas opiniones.

Pero pensemos en el futuro, por más que la tecnología siga amenazando la desaparición del libro, para nadie es un secreto que leer guindado en hamaca en el sillón consentido o sobre las piernas de la novia, solo se puede hacer con el único invento que a extendido el pensamiento humano, como lo dijo Borges: EL LIBRO DE PAPEL Y TINTA.

Así como existen los profesionales de las actividades fácticas,
los eruditos de la razón y la lógica , exijámosle a la sociedad jóvenes libreros, que erupcionen lecturas y no títulos, receptores de la sensibilidad colectiva y pluricultural, propagadores de los Cronopios de Cortazar, del Urbanoscopio de la curiosidad, de la Tanda de cuatro... con Caribe, del Asalto al paraíso de las bellas ediciones, del Libro de las maravillas, de la Bitácora del iluso lector y con las Manos sucias, le quiten el Nudo a la garganta y le griten a los transeúntes:
Que ir a las librerías es una fiesta del espíritu, una catarata de sabiduría, un carnaval donde la vida se desprende altivamente de las páginas.
Para ser libreros solo se necesita pasión por leer y compartir lo leído, y aunque en Europa exista la profesión como tal y en Latinoamérica ni siquiera la impartan las universidades privadas por su inexistente rentabilidad económica.
Pensemos que acá tenemos la ventaja de ser autodidactas, simplemente guiados por el aroma del trópico y el loable compromiso de hacer del lenguaje una fiesta que provoque el baile de nuevas palabras.

Hace 62 años Francisco Vindel publico en España la primera edición del Manual de conocimientos técnicos y culturales para profesionales del libro. Donde entre otras cosas difíciles de resaltar porque todo el libro es resaltable, descubrí que el primer librero que aparece mencionado y retratado es CRISTÓBAL COLON, con un pie de retrato que dice:
Librero ambulante en Andalucía, emocionado como indio que sobreviví a la conquista, al leer este dato llame al escritor Alfonso Chase para contarle la historia y con la misma gracia con que siempre contesta el teléfono, me dijo que Juan de Timoneda era el otro librero, y quien además había traído los primeros libros a América.

Quedo con las ganas de escribir sobre las librerías famosas como Shakespeare and Company a donde Hemingway le prestaban los libros por falta de dinero, y sobre Fernando Colon, el hijo del descubridor de América, considerado como el mejor bibliófilo que ha existido, y que dedico toda la vida a la adquisición de libros llegando a reunir en Sevilla una biblioteca de mas de 20.000 volúmenes, toda una hazaña en pleno siglo XV, incluida su lectura.
Me despido con esta pequeña historia que quizás emocione solo al que la escribe, y a uno que otro amigo que me ha visto vender libros en alguna orilla de playa o carretera. Donde cada vez más jóvenes compran libros por el puro placer de leer.

San José de Costa Rica, Julio 2005

viernes, abril 07, 2006

Leer es vivir lo que se lee

Una de las principales razones que nos permiten sociabilizar opiniones, criterios, deseos, temores, estados de ánimo y todo aquello que resalta el carácter humano de nuestros actos, es sin lugar a dudas la capacidad de expresarnos con el lenguaje.
Sin embargo, nos hemos convertido en cultivadores de un dialogo que suprime cada vez más palabras, que empobrece el vocabulario y opaca la belleza con que podemos describir o comunicar lo que sentimos.

Vivimos una época donde la comunicación representa el carácter del Siglo XXI, pero irónicamente es donde menos posibilidades tenemos de relacionarnos en una conversación fraternal, pausada , que consienta el propósito de encontrarnos entorno a una humeante taza de café, un buen vino o una tertulia de amigos.
La inmediatez que impone la sociedad a minimizado el placer de reunirnos, vivimos en un mar de información e imagen que nos hace vulnerables a ocupar la mayor parte del tiempo en ser útiles, productivos, en crear la condición de seres siempre ocupados, propensos a reflejar la imagen de personas modernas.
Las mayores preocupaciones individuales y colectivas se generan por medio de como acceder continuamente a los bienes y servicios que impone la sociedad de consumo. Cada vez la técnica nos transforma, nos domestica, nos hace depender de sus avances, de su capacidad de improvisar las circunstancias y normas con que debemos vivir.

Y es por eso que la defensa del lenguaje, se hace necesaria para poder seguir respirando palabras que dimensionen con mayor altura el derecho a discernir, a denunciar a imaginarnos un mundo mejor, más coherente con nuestro espíritu de hijos de la naturaleza y no de una máquina.

Pero, en donde podremos encontrar la fuente que enriquezca ese lenguaje, que permita mostrarnos otros rumbos, de sentir la desbordada fuerza de una sensibilidad más comprometida con el asombro que con la obligación, más vital que disciplinada, más impredecible que eficaz, más contemplativa que cómoda, en fin, no hay duda que todo ese inventario de búsquedas lo podemos encontrar en los libros.

Y acceder a ellos es tan natural como comer manzanas, solo hay que tener apetito de curiosidad, pasión por aprender, por navegar sus ríos de conocimiento, por conquistar mayores territorios de lucidez, quien no desea embriagarse de palabras que seduzcan, que conmuevan, que nos permitan abrirle las puertas a lo que queremos.

Y es que en los libros no solamente encontramos las herramientas para superarnos, también podemos broncearnos con el sol de sus historias, humedecernos con el mar de su leyendas, despertar continuamente la nostalgia de lo que somos y lo que queremos vivir, porque esos personajes de tinta y papel que viven en cada pagina de los libros siempre nos están invitando a ser cómplices de su aventura, a descubrir en ellos la ausencia o el derroche con que soñamos la realidad.